6.1. La reacción de rechazo
Richaman y Leary (2007) analizan aspectos de la forma en que se produce el rechazo, aspectos que la persona tendrá en cuenta para su reacción:
- Percepción de inequidad o injusticia: el rechazo que la persona considera merecido y justo no llevará una reacción de cólera contra el causante del rechazo; pero si al que se considera injustificado (la cólera es compañera habitual de la percepción de injusticia). Son los rechazos causados por etnia, nacionalidad, religión o sexo (injusto).
- Expectativas de reparación de la relación: las respuestas “prosociales” (las destinadas a recuperar la relación) serán más probables cuando la persona rechazada considera que es elevada su probabilidad de recuperar el valor relacional (el valor que las demás asignan a relacionarse con ella). En el caso contrario, el rechazo conduce a la ruptura del vínculo que la une a la fuente de rechazo; provocando probablemente una relación antisocial o evitadota.
- Valor de la relación: el rechazo en una relación muy valorada tenderá a llevar a una acción orientada a la reparación de dicha relación. Cuando la relación se considera poco valiosa puede provocar una respuesta antisocial o de evitación.
- Posibilidad de alternativas: la existencia de relaciones alternativas valiosas suaviza la dureza del rechazo. Estas alternativas constituyen una tentación a retirarse de la relación original en la que surgió el rechazo y proporcionan razones para no ceder en reacciones de cólera.
Sustitución avanzada de Baumeister y Leary, que defienden que es posible que nuevas relaciones y pertenencias sustituyan a las ya finalizadas y a partir de ese momento, estas pierdan importancia y capacidad para herir sentimientos.
La retirada de la relación original será poco probable cuando no haya probabilidad de alternativas valoradas; por lo que la persona se implicará en conductas prosociales con mayor intensidad.
- Cronicidad y generalidad: el rechazo continuado en el tiempo se traduce en reacciones de retirada y evitación, explicando que las personas que lo sufren incurran en consumo excesivo de bebidas alcohólicas o drogas.
Por ejemplo, las elevadas tasas de conductas perjudiciales para la salud de los afroamericanos, debida a la continua exposición a la discriminación social y a la creencia de inferioridad.
Aunque existe un debate, ya que se podría atribuir a un intento de conseguir aceptación en grupos consumidores de alcohol y drogas; pero también a la incapacidad de autorregulación, es decir, el control de uno mismo y de los propios sentimientos e impulsos, producida por un rechazo continuado o a medidas de automedicación para paliar el malestar producido por la pérdida de interacción social.
- Costes percibidos de rechazo: cuando las personas perciben que el rechazo trae consigo muchos costes, cabe esperar de ellas una elevada motivación para comportarse “prosocialmente” e implicarse en conductas reparadoras.Cuánto más hayan invertido en una relación (tiempo, esfuerzo, dinero o experiencias compartidas) más costoso será el rechazo y mayor la motivación para intentar restaurar esa relación.Otros costes asociados con el rechazo, sería la pérdida de contactos, amistades y conocidos, es decir, con la perspectiva de tener que renunciar a todo un círculo social.En estos casos, las pérdidas deben estar motivadas para implicarse en estrategias prosociales para reducir que se produzcan esos resultados.